Seguimos conociendo Montreal. Este recorrido por las principales basílicas y santuarios de la ciudad, al que denominamos “tour religioso improvisado” porque algunos lugares los fuimos descubriendo a medida que caminábamos por las calles (sin haber leído mucho sobre ellos ni haberlos incluido en nuestra lista original de cosas para ver o hacer), está llegando casi a su fin… en la entrada de hoy les vamos a contar sobre la anteúltima parada del circuito: nuestra visita al Oratorio de San José, la mayor iglesia de todo Canadá.
Lo primero que hay que saber es que, aun cuando se lo conoce como oratorio, esta iglesia es una basílica católica y, junto con Saint-Patrick, Marie-Reine-du-Monde y Notre-Dame, forma el selecto grupo de “las cuatro basílicas” de Montreal.
A diferencia de las otras tres iglesias, que se ubican en pleno corazón de la ciudad (entre Vieux Montreal y Downtown), el Oratorio Saint-Joseph está situado en la ladera del Mont-Royal, la montaña que se localiza dentro del parque homónimo, al norte del centro de Montreal. Aunque en el mapa pueda parecer algo alejado y de difícil acceso, gracias a la red de transporte público, llegar es bastante fácil: hay que tomar el metro (línea azul) hasta la estación Côte-des-Neiges y luego caminar unos 450 metros (en total, lleva unos 20 a 25 minutos desde el Downtown).
Para conocer la historia de este lugar, hay que remontarse a la vida de André Besette, hermano de la Congregación de Santa Cruz –que venera a San José (esposo de la Virgen María)–. Debido a su mala salud, al hermano André se le asignaron tareas humildes, como recepcionista y portero en la Escuela de Notre-Dame de Montreal (que se sitúa frente al Oratorio, cruzando la avenida Queen Mary), y también se le permitía visitar a los estudiantes enfermos. Pronto ganó reputación como curandero milagroso, a través de sus oraciones a San José. Su “fama” fue creciendo, por eso se recaudaron fondos para la edificación en 1904 de una capilla de madera (cerca del sitio que ocupa actualmente), a la que pomposamente se llamó Oratorio de San José (aunque su tamaño real era de apenas 4m x 6m). La popularidad de sus trabajos de curación atrajo peregrinos hasta su muerte (en 1937) e incluso después de ella, razón por la que en 1955 se decidió completar la actual basílica, que quedó concluida en 1967.
El papa Juan Pablo II reconoció la autenticidad de los milagros y beatificó al hermano André en 1982, en tanto que el Papa Benedicto XVI decidió su canonización en 2010. Una reliquia en el museo del Oratorio contiene el corazón embalsamado de san Andrés (algo que él mismo exigió, antes de morir, como símbolo de protección para la basílica), como así también su tumba.
En cuanto a la construcción, hay que decir que la cúpula del Oratorio (revestida de cobre) es la segunda mayor de este tipo en el mundo, quedando detrás solamente de la basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano. La arquitectura exterior se considera de estilo italiano renacentista, lo que lo hace parecerse a la Catedral de Florencia (Italia).
El conjunto exterior de “domo + escalinatas + terrazas + ubicación en la ladera del Mont-Royal” hacen que el Oratorio se destaque por sí sólo. Además, la basílica en sí misma tiene unas dimensiones impresionantes, con capacidad para más de 1,000 personas en el interior.
Para llegar a lo alto de la ladera norte del Mont-Royal, hay que subir interminables escalinatas y atravesar varias terrazas, desde las que se pueden contemplar los largos Jardines del Camino de la Cruz, con sus prolijos canteros de flores de colores. Estas terrazas, en cualquiera de sus niveles, son un gran lugar para tomar fotos de Montreal (algo así como de “la parte de atrás de la ciudad”, porque las vistas son hacia el lado noroeste, de espaldas al Downtown y al río San Lorenzo).
A no asustarse con las escaleras y las distancias a recorrer!! Justo en la entrada al predio, inmediatamente a continuación de los portones de rejas, hay una cabina de seguridad e información en la que se puede tomar un shuttle (es gratuito y las propinas a voluntad se toman como donación para el mantenimiento del Oratorio) que nos lleva desde el parking hasta la base misma del edificio. Ahí se puede optar por subir las escalinatas exteriores y su sinfín de escalones o… usar las escaleras mecánicas que hay en el interior.
En el interior hay esculturas de gran calidad, vitrales de colores (que representan escenas de la historia religiosa de Canadá) y otras obras de arte, además de un enorme órgano de más de 5,800 pipas y un carillón de 56 campanas. En líneas generales, podemos decir que el estilo arquitectónico y de decoración del interior de la Basílica es totalmente sobrio y despojado de ornamentaciones opulentas, lo cual tiene estrecha relación con el estilo de vida del hermano André y marca una clara distinción respecto de las otras basílicas de la ciudad.
En el Oratorio hay varias tiendas de regalos. Las principales son las que se encuentran en el nivel donde se detiene el shuttle (es la más grande) y en el nivel 5 junto al Museo (donde se exhibe una colección de nacimientos de todo el mundo que tiene gran renombre; el costo de la entrada es de CAD$4,00). En cualquiera de los casos, los Gift Shops ofrecen gran variedad de artículos religiosos (hay estampitas en varios idiomas, incluido el español) y una pequeña cafetería con menú del día, desayunos, ensaladas y sándwiches.
Sin dudas, la arquitectura distintiva del edificio y su imponente domo, conjugados con la ubicación en la ladera de la montaña, le confieren al Oratorio de San José una notable presencia física y simbólica para Montreal. Razones más que suficientes para que quienes estén en la ciudad se acerquen a conocer este emblemático monumento religioso.
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