Con una tarde soleada y de temperatura primaveral (casi veraniega) por delante, no era momento para hacer compras en ninguna tienda ni para volver a descansar al hotel. Por eso, después de haber pasado la primera mitad de mañana visitando el Oratorio Saint-Joseph, decidimos ir a recorrer Plateau Mont-Royal.

Cuando salimos del Oratorio, tomamos el bus 711 que atraviesa Mont-Royal, algo así como el “Central Park” de Montreal, rumbo a nuestro barrio objetivo. Si bien se puede hacer el trayecto caminando, preferimos guardar algo de piernas para lo que vendría después, sobre todo por las empinadas subidas y las rápidas bajadas que tiene el camino a lo largo del parque.

En el trayecto, nos bajamos en la parada Remembrance/Chemin du Chalet y caminamos hasta el Chalet du Mont-Royal, uno de los puntos más altos de la montaña que ofrece inmejorables vistas del centro de la ciudad y el río San Lorenzo. Retornamos a la parada, volvimos a tomar el bus 711 y descendimos en la parada Camillien-Houde/Lookout, para disfrutar de otro buen mirador con vista privilegiada a la Croix du Mont-Royal, una gran cruz de hierro de 30 metros de altura y que es visible a 80 kilómetros de distancia. Una vez más, nos subimos al bus 711 y bajamos en Côte-Sainte-Catherine/Du Mont-Royal.

Desde este punto, empezamos caminando por la avenida du Parc, pasando por el monumento a Sir George-Étienne Cartier y por el parque Jeanne-Mance, un excelente sitio para hacer un stop e improvisar un picnic, o tener un almuerzo ligero. Nosotros llevábamos algo de fruta en la mochila, pero también hay tiendas y pequeños mercados en las cercanías del parque como para comprar algunas provisiones. Uno muy recomendable es SchwartzꞋs Deli, conocido por sus sándwiches de carne ahumada.

Una vez que recuperamos energías, iniciamos formalmente el recorrido por Plateau Mont-Royal. ¿De qué se trata? Es un barrio residencial sumamente encantador, de calles tranquilas y arquitectura europea, célebre por sus casas de baja altura pintadas con colores brillantes y cuya característica principal es la multiculturalidad de sus habitantes. A modo de ejemplo, visitamos una tienda de cerámica mexicana –los diseños de la vajilla y de las bachas de baño/cocina nos atrajeron desde la vidriera–, un local de lámparas colgante turcas (de esas que están hechas con vitrofusión) y un pequeño mercado italiano donde compramos unos deliciosos cannoli sicilianos.

Como guía, en este mapa hay un camino trazado (punteado en rojo) que se puede usar de referencia. Como es bastante extenso y nosotros planeábamos volver caminando hasta el Downtown, recorrimos la calle Duluth y algunas de sus transversales hasta el parque La Fontaine. Este es el lugar perfecto para descansar un rato a la sombra, junto al lago artificial (en invierno, el lago se transforma en una pista de hielo donde se puede patinar). Si están con hambre cuando anden por aquí, no se debe dejar de pasar por La Banquise, donde sirven un poutine para chuparse los dedos (nuestros preferidos, las variedades La Matty y La Shoot-out).

Luego regresamos por la calle Roy E hasta la calle Saint-Denis (de buenos restaurantes y muchas tiendas de moda), por la que bajamos hasta Square Saint-Louis. Como se ve en las fotos, las casas de este barrio son hermosas y muy coloridas; datan del siglo XIX y tienen una riqueza arquitectónica única, en la que abunda el ladrillo a la vista, las entradas tipo señoriales y las escaleras delante de las puertas.

El Plateau combina edificaciones con mucho carácter urbano, que emanan energía creativa y dejan entrever su esencia bohemia. Muchos cafés, bares y tiendas también inundan las aceras de este cautivante y dinámico barrio, que es una mezcla sutil de lo viejo y lo nuevo, lo elegante y lo descuidado.

Nosotros elegimos abandonar la zona a través de la calle peatonal Prince Arthur E, muy concurrida durante el verano porque está llena de bares y cafeterías, con sillas y mesas en el exterior, donde nos detuvimos por un café. Si están por aquí a la hora del atardecer, como nosotros, hay shows de artistas y músicos callejeros.

Para quienes quieran llegar directamente desde el Downtown, evitando el paseo por el Mont-Royal, hay que tomar la línea naranja del metro hasta las estaciones Sherbrooke, Mont-Royal o Laurier.

Esperamos que la hermosura de este barrio se haya dejado ver a través de las fotos. Sin dudas, es una zona bellísima, de ritmo sereno, y que da gusto caminar porque cada callecita revela una nueva y pintoresca casa.

Porque viajar enriquece el alma