En una de nuestras vueltas por el este norteamericano habíamos destinado unos días en la bellísima Montreal.
Buscábamos un alojamiento céntrico para usar la camioneta alquilada lo menos posible y después de muchas idas y vueltas encontramos una excelente oferta en un hotel de lujo, el Marriott Château Champlain.
Si bien es una construcción que ya tiene sus años, se conserva en forma impecable y el lujo está en cada detalle.
Su ubicación es casi inmejorable, el Vieux Montreal y la calle comercial (Rue Sainte-Catherine) están a pocos minutos de una caminata muy agradable.
Las habitaciones son espaciosas, con excelentes colchones y blanquería de calidad.
El baño sigue esa misma tónica, destacando la calidad de los amenities.
Esta era la vista de nuestra habitación, donde la Basílica-Catedral María Reina del Mundo surge entre tanto edificio.
Hasta los pasillos son amplios y los cuatro ascensores hacen que no haya que sufrir esperas.
En los pisos inferiores están el completísimo gimnasio, la piscina climatizada y el solarium. Para destacar un dato exótico: la piscina interna cuenta con bañero durante todo el tiempo que la misma está abierta.
Acá unas postales del estilo del hotel.
Ya escribiremos sobre la ciudad subterránea de Montreal, pero el Marriott Château Champlain cuenta con acceso directo al Metro (estación Bonaventure) y al sistema de galerías subterráneas (un ascensor de PB nos lleva directamente) lo que garantiza protección en época invernal.
En resumen nos hemos alojado en un hotel de excelencia, una construcción algo demodé pero excelentemente mantenida. Donde los detalles de buen gusto y calidad están a la orden del día, al igual que la maravillosa atención de todo su personal.
Por ubicación y lujo recomendamos fervientemente que los que visiten la bellísima Montreal lo tengan en cuenta a la hora de cotizar donde alojarse.
A viajar que enriquece el alma.