En esta entrada les contamos la primera parte del recorrido por uno de los emblemas canadienses, el Barrio Viejo de Montreal.
Continuamos con el paseo…
6] Llegamos a la “estrella” del recorrido. Sobre la calle Notre-Dame Ouest, la Place DˈArmes es el verdadero corazón de la ciudad y nos ofrece un sorprendente panorama histórico. En su centro hay un monumento dedicado a los fundadores de la ciudad y a su alrededor están el edificio más antiguo de Montreal, la basílica Notre-Dame de Montreal, el antiguo seminario Saint-Sulpice, la sede del banco más antiguo del país, el edificio Aldred (de estilo Art Decó, inspirado en el Rockefeller Center neoyorquino), el primer rascacielos de la ciudad y las generaciones de rascacielos que le siguieron.
7] El Boulevard Saint-Laurent marca la línea divisoria en el centro del casco histórico, porque a partir de aquí es donde las calles avanzan hacia el este y el oeste. Antiguamente, el extremo sur del boulevard se detenía en la congregación de Notre-Dame, la orden religiosa fundada por Marguerite Bourgeoys; aunque el convento fue sacrificado para permitir que el boulevard se extendiera hasta el puerto, sus restos se encuentran bajo tierra. Caminamos por la calle Notre-Dame Est, pasando delante del Palacio de Justicia y algunas oficinas del Ayuntamiento, hasta llegar a la Place Vauquelin y la municipalidad de Montreal (atención!! en francés, municipalidad se dice “hôtel de ville” así que no debemos confundir esta hermosa construcción con un “hotel de la ciudad”).
Como dato de color en pleno Vieux Montreal encontramos este Restaurant Brasilero…
8] Frente al Hôtel de Ville, el Château Ramezay, museo y edificio histórico de la ciudad; nosotros no entramos, pero sí nos tomamos unos minutos para disfrutar sus jardines perfectamente cuidados. Al costado del “castillo”, la Place de la Dauversière, con su magnífico laberinto dibujado en el verde, y la Place Jacques-Cartier, donde se erige el monumento Colonne Nelson. Este vibrante lugar es perfecto para descansar unos minutos, está rodeado de barcitos donde podemos sentarnos a tomar algo y también es sede de numerosos puestos de artistas. Para quienes quieren ver un poco más de arte, la pequeña calle Saint-Amable es el sitio a visitar: los artesanos emplean todo su encanto y talento para vender sus productos y es casi una misión imposible pasar por aquí sin llevarnos algo de recuerdo.
9] Paseamos por Saint-Paul E y a medida que avanzamos, aumenta el bullicio y las conversaciones que animan las calles. Llegamos al Mercado Bonsecours, una joya del patrimonio montrealés y un imponente edificio inaugurado en 1847, que funcionó como el principal mercado agrícola de la ciudad durante más de un siglo. Su composición simétrica y el pórtico renacentista griego (las columnas de hierro fundido fueron traídas de Inglaterra), su cúpula estañada y los detalles simples lo convierten en una ilustración perfecta del estilo neoclásico de la época.
10] Antes de ir terminando el recorrido por el Vieux Montreal, nos acercamos al río San Lorenzo y visitamos algunas zonas del Puerto. Nosotros lo hicimos accediendo desde la calle Quai de lˈHorloge (que está justo detrás de la capilla Notre-Dame-de-Bon-Secours), que bordea el parque de diversiones SOS Labyrinthe y nos conduce hasta la Tour de lˈHorloge, monumento erigido en conmemoración de los marineros canadienses que murieron en la Primera Guerra Mundial. También es un buen punto para tomar fotos panorámicas del puente Jacques-Cartier.
11] Dejamos atrás la zona del puerto y volvemos sobre nuestros pasos para hacer una visita a la capilla Notre-Dame-de-Bon-Secours. Marguerite Bourgeoys, la primera maestra de la colonia y fundadora de la congregación de Notre-Dame, mandó a construir esta capilla en 1655; aunque la edificación fue destruida por un incendio, fue reconstruida. La imagen en roble de la Virgen con el Niño que se exhibe es la única pieza original que logró recuperarse del siniestro. Recomendamos no solo admirar su fachada principal, sobre la calle Saint-Paul E, sino también su precioso “contrafrente”, desde la calle de la Commune.
12] Nuestro paseo lo terminamos caminando por la calle Bonsecours y disfrutando del verde que nos ofrece la plaza Champs-de-Mars (aquí podemos tomar el metro de regreso). Este es uno de los pocos lugares en Montreal donde aún se pueden ver pruebas físicas de la antigua ciudad fortificada.
A viajar que enriquece el alma.
Que belleza, tan solo para caminar y mirar
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