Tal vez este sea uno de nuestros más grandes “descubrimientos” en suelo norteamericano. Y es que muchos hablan de Washington DC como una ciudad de políticos, en la que priman los organismos gubernamentales y en la que todos los que tienen intenciones políticas quieren tener sus oficinas. Sin ir más lejos, hace un tiempo les contamos de nuestra primera visita a la ciudad (para recordar el recorrido, consulten este link), y pusimos énfasis en los monumentos y sitios históricos para visitar.
Hoy nos vamos a dedicar a hablar de uno de esos otros lugares a los que vale la pena ir y que no suelen ser publicitados. La Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción, situada a unos 15 minutos en auto desde el National Mall.
Se trata de un templo católico, dedicado a la Virgen María, como Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción. Es la Iglesia Patronal de Estados Unidos y uno de los santuarios más importantes dedicados a la Virgen, un lugar de culto y adoración pero también de peregrinaje.
Es la iglesia católica más grande del país –ocupa el octavo lugar en tamaño a nivel mundial– y en ella se encuentra expuesta la última tiara utilizada por un Papa, la de Pablo VI (que abandonó su uso en 1963). La Basílica está abierta los 365 días del año y anualmente casi un millón de visitantes se acercan a recorrerla, aun cuando no forme parte del city tour tradicional que ofrece la ciudad.
Comenzó a construirse en 1900, en la esquina suroeste del campus de la Universidad Católica en Washington. En aquel entonces el Papa Pío X respaldó el proyecto y llamó a todos los católicos de Estados Unidos a apoyar la causa, que organizaron una colecta para la construcción de la iglesia. Esto quedó retratado en las bases y catacumbas de la Iglesia, donde se aprecian placas con los nombres de las miles de familias que hicieron aportes y donaciones para hacer posible la obra.
El proyecto se terminó recién en los años cincuenta, tras las interrupciones por la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial que retrasaron la construcción de la Iglesia Principal. El Papa Juan Pablo II la designó Basílica a fines de 1990. El templo también ha sido visitado por la Madre Teresa de Calcuta, el Papa Benedicto XVI y, más recientemente, por el Papa Francisco (en Septiembre ¢15).
Su arquitectura es de estilo bizantino y romanesco. A lo largo de las naves de esta imponente estructura, tanto en el nivel principal como en la cripta, se alojan más de 70 capillas y altares relacionados con la diversidad cultural de la fe católica que convive en Estados Unidos. La Basílica contiene también la colección más grande de arte eclesiástico contemporáneo del mundo.
La Basílica consta de dos Iglesias, superior y cripta. El interior de la iglesia superior puede albergar a más de 6,000 fieles mientras que la cripta tiene capacidad para 400 personas. En cada una de sus capillas y en los vidrios satinados, mosaicos, y esculturas, está grabada la herencia americana de devoción a María.
Su complejo piso tiene más de 40,000 piezas individuales de mármol de 39 variedades distintas de 20 diferentes países. En su techo se ven símbolos que representan a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las cerámicas miniaturas de los costados de los arcos están cubiertas con símbolos de las catacumbas de la antigua Roma, mientras que los paneles de azulejos sobre las 58 columnas de la cripta nombran tradicionales oraciones marianas (como el Magnificat, el Salve Regina o el Ave María). En el centro de la cripta se sitúa un altar y una estatua dedicada María, Madre de la Humanidad.
En la Basílica se ofrecen diariamente seis misas (los domingos, a las 13:30hs, en español) y cinco horas de confesiones, así como también visitas guiadas. Durante los días festivos, es posible asistir a misas especiales y conciertos. El estacionamiento es gratuito; en el interior del templo también encontraremos una tienda de regalos, una librería católica y una cafetería.
La sensación que nos queda después de haber conocido un lugar tan imponente como este, es indescriptible. La solemnidad y la majestuosidad del templo, nos dejaron boquiabiertos. Las inmensas proporciones de sus capillas subterráneas, la belleza y la sobriedad de su fina arquitectura, y la espiritualidad que se respira en su interior se combinan para hacer de esta Basílica un sitio de visita obligada para todos aquellos que se acerquen hasta DC.
Sin importar la religión que profesemos, les aseguramos que vale la pena tomarse un tiempo para visitar esta Iglesia.
Porque viajar enriquece el alma
Guau !! Tremendo templo !!
Lástima no haberlo visto antes 😦
Quedará para la próxima visita a DC 👍
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Siempre habrá próximas visitas a esa ciudad maravillosa.
Seguimos atentamente tus reseñas del viaje de noviembre, particularmente hoy la del Hotel…
Abrazo Pablo.
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Que grande Asistente… estás en todas !
Washington me parecio EXTRAORDINARIA y con estos tips que tiras, la hace aún mejor !!
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