Visitar las Cataratas de Montmorency es una de las excursiones más típicas que se puede hacer cuando se visita Quebec. Se trata de las cascadas más altas de la provincia (83 metros) e incluso superan a las de Niágara por 30 metros, aunque son menos anchas que las situadas en la frontera con Estados Unidos.
¿Un poco de historia? Samuel de Champlain, fundador de la ciudad de Quebec, bautizó estas cataratas en honor a Enrique II de Montmorency, virrey de Nueva Francia, que era como se llamaba la región de Quebec al momento de la colonización.
Las cascadas son el atractivo central del Parque de las Cataratas de Montmorency (Parc de la Chute-Montmorency) y se sitúan en el cruce de los ríos Montmorency y San Lorenzo (se forman en la desembocadura del río Montmorency y caen sobre un acantilado en el río San Lorenzo), frente a la isla de Orleans. El Parque se sitúa en el límite entre Beauport y Boischatel, a unos 13 kilómetros del corazón del Vieux Quebec.
Hay varias alternativas para llegar hasta aquí.
- En auto, por la Autoroute 440 al este de Quebec. Hay que tomar la salida 325 en dirección a la Île d’Orléans y luego seguir las señales del Parc de la Chute-Montmorency. Elboulevard des Chutes conduce directo a cualquiera de los dos estacionamientos (uno en la zona baja de las cataratas y otro arriba) donde se puede dejar el auto.
- El bus 800 que parte desde la estación Gare-Palais tiene parada en la entrada (parte baja) del Parque; demora unos 45 minutos en cubrir el trayecto.
- Los tours privados se pueden contratar en el centro de información turística situado frente a Place d’Armes y suelen incluir visitas a otros puntos de la región, como la Île d’Orléans o el Santuario de Santa Ana de Beaupré.
En nuestro caso, iniciamos el recorrido desde el estacionamiento de la parte baja del Parque. En la estación compramos los tickets (CAD 14,50 en Diciembre 2019) para el teleférico que nos llevó desde la base de la cascada hasta la parte superior del acantilado (se pueden comprar boletos de viaje ida y vuelta o sólo de ida –para después regresar haciendo el descenso por las escaleras que serpentean por la ladera de la montaña–).
Otra opción es hacer el ascenso subiendo los 487 escalones de las mencionadas escaleras. En este caso habrá que estar atentos, porque pueden ser algo difíciles de recorrer, especialmente durante el invierno cuando los escalones están cubiertos de nieve y hielo. A lo largo del camino hay varios puntos de observación en los que se puede hacer una pausa para admirar las vistas.
En la parte superior del acantilado está la enorme Mansión Montmorency, que alberga un café y restaurante con vista a las cataratas y una tienda de souvenirs. Aunque la construcción original fue destruida en 1993 por un incendio, la versión actual respeta su arquitectura inglesa y su estilo country.
Partiendo de la terraza de la Mansión, y a través de un sendero bien señalizado –desde el que se puede apreciar el puente de Île d’Orléans–, se llega hasta Belvédère de la Baronne, un gran mirador construido en madera.
Para los aventureros, o simplemente aquellos que no sufran de vértigo o temor a las alturas, está la posibilidad de caminar por el puente colgante que está directamente sobre la cascada (para cruzar el puente no es necesario pagar ningún ticket). Desde aquí se puede ver como el río Montmorency se precipita al vacío, mientras un sonido atronador inunda el espacio.
Una vez cruzado el puente colgante, el sendero conduce a otro pequeño puente, que cruza sobre la Falla de Montmorency, una falla que tiene más de 43 km de largo y que es el resultado del estrés causado por el movimiento de los continentes.
Antes de emprender el descenso por las escaleras (o bien, antes de desandar el camino hecho hasta este punto para tomar el teleférico de regreso en los jardines de la Mansión Montmorency), el Huerto es un lugar excelente para hacer un picnic y disfrutar del aire libre. Aquí, en 1759, tuvo lugar una confrontación importante entre británicos y franceses.
Si el vértigo de cruzar el puente colgante no fue una dosis suficiente de adrenalina, se puede volver a cruzar para el lado de Belvédère de la Baronne experimentando el desafío de la tirolesa. Es posible vivir esta experiencia en solitario pero también como dúo, porque hay dos cables paralelos. Con los pies en el aire, el cruce es asombroso: se siente el ruido de la caída y terminamos ligeramente mojados por la llovizna de las cataratas que nos alcanza.
La duración total del recorrido lleva unas 2 horas. Es importante consultar la web oficial del Parque para conocer los días y horarios en que está abierto (las mayores restricciones suelen ocurrir en Diciembre/Enero, durante el invierno canadiense).
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