Les acercamos una nueva columna de nuestros amigos viajeros Ana y Raúl.
Hoy nos cuentan su escapada a Valparaíso, Chile.
Partimos desde Santiago rumbo a Valparaíso . Nos separaban 120 km por una ruta rodeada por viñedos y otros sembradíos
Al llegar nos esperaba sorpresa tras sorpresa; el trazado de sus calles, con una inusitada arquitectura y su vida como ciudad portuaria que es, sin dudas, pintoresca y atractiva. Un sol brillante y tibio, en un cielo despejado nos invitaba a disfrutar de nuestra estadía de dos días.
Se suma además el casco histórico , declarado Patrimonio de la Humanidad.
Pasado y presente se entremezclan en esta ciudad, que está emplazada bordeando una gran bahía, como si se tratase de un anfiteatro, con altos cerros que la contienen y le permiten lucir su colorido .
Son sus escaleras, ascensores , calles, pasajes, callejuelas las que permiten llegar a la cima , trepando hasta lo alto para admirar las huellas que inmigrantes ingleses, alemanes y franceses han dejado en este ingenioso y mágico laberinto.
Subir o bajar por algunos de esos funiculares, que se mueven por rieles siguiendo la topografía, es ya una experiencia inolvidable. Son íconos de la ciudad y también declarados Monumento Nacional.
Según el que uno elige se accede a diferentes sitios. Con El Peral, llegar al cerro Alegre y hacer una caminata por el Paseo Yugoslavo y desde una terraza que corona el acantilado, tener una vista del puerto y admirar algunas mansiones y algunos antiguos Bungalows de las primeras décadas del Siglo XX. Elegantes, vistosas, con un dejo de una época esplendorosa.
Si se decide dar un paseo en auto, es la calle Almirante Montt el principal acceso y conexión entre los Cerros y Concepción. Exposiciones de arte, talleres artesanales, puestos de souvenirs , cafés y restaurantes, van sucediéndose e invitando a detenerse a cada instante.
En una esquina se destaca la Iglesia Luterana, erigida en un estratégico y difícil terreno, con alta torre, que permite ser rápidamente visualizada.
Por una callecita muy cercana, se accede al Paseo Atkinson. Un bello recorrido a pie, con varios miradores de Valparaíso y casas con pequeños jardines y glorietas de típico aspecto inglés.
Ya en el Cerro Concepción , accediendo por una escalerilla , se arriba al Paseo Galver.
Cuánto encanto!!!! Un callejón porteño, con miradores apuntando al mar y tras otra escala nos encontramos con el Paseo Gervasoni. Un balcón sobre la cima del acantilado rodeado por blancas rejas de hierro forjado. IMPERDIBLE !!!
En el mismo escenario, la entrada al ascensor Concepción (primero en funcionar a partir del año 1883) que nos conduciría al Barrio comercial y al Museo a Cielo Abierto.
Este espacio fue inaugurado en 1992 .Fue idea de un profesor de la Universidad Católica de Valparaíso; famosos pintores crearon bocetos, que más tarde fueron plasmados en las fachadas de edificios por alumnos y firmados a su finalización por los artistas.
La culminación de este día fue disfrutar de una visita a la bellísima Viña del Mar, y contemplar el atardecer desde la costanera del estero Marga Marga
Una nueva jornada comienza. Esta vez con niebla muy densa. Todo es de color gris.
Igual nos dirigimos a la Sebastiana, construcción de 4 pisos, última casa donde habitó el poeta Pablo Neruda, hoy convertida en Museo, que aloja una parte de las obras del que fue Premio Nobel de Literatura.
Nos alegró ver una placa casi al entrar con el siguiente texto: PABLO NERUDA. Al escritor, poeta, pensador, político diplomático chileno en el 35 ° aniversario de su fallecimiento. LEGISLATURA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES- 1973- 2008.
Ya es hora de regresar a Santiago.. Nos vamos con un dejo de frustación. No haber disfrutado de las delicias gastronómicas de los locales situados en la zona portuaria.
Un detalle no fue previsto, Pubs, restobares, y restaurantes no abren los domingos por la noche.
Pero, no podíamos perder el vuelo a Bs As.!
Nuevamente agradecemos a Ana y a Raúl por compartir sus experiencias viajeras.
A viajar que enriquece el alma.