La última parada de nuestro viaje por la #CostaEste fue, ni más ni menos, que la icónica ciudad de Nueva York.
Una de las cosas que más nos gusta hacer cuando viajamos –y siempre que el destino lo permita–, es subir a algún mirador para tener una visión desde lo alto de la ciudad en la que estamos. En esta oportunidad, y como no era nuestra primera vez en NY, decidimos visitar el One World Observatory (OWO).
En nuestro viaje anterior, habíamos subido a los miradores del Empire State Building y del Rockefeller Center (conocido como Top of the Rock). Estas dos terrazas ofrecen vistas con características similares, porque los edificios no distan mucho entre sí. Por supuesto que cada cual tiene sus particularidades… pero en líneas generales desde ellos se disfrutan mayormente las panorámicas de la zona del Midtown y del Upper Side de Manhattan.
En el caso del OWO, el elemento ciertamente distintivo respecto de los otros dos miradores es su ubicación. El observatorio se encuentra en el piso 102 del One World Trade Center, el rascacielos más alto del hemisferio occidental construido en el lugar del complejo original World Trade Center. Sin dudas, las vistas que se tienen del río Hudson y del río East son incomparables. Desde aquí también es posible disfrutar de la vecina Nueva Jersey y de los ferrys que cruzan a diario a Staten Island, así como del ESB y de los edificios más altos del Midtown.
A diferencia del ticket del ESB, que incluye 2 ascensos (uno diurno y otro nocturno, ambos para concretarse en el mismo día), el ticket para subir al OWO incluye uno solo. Por este motivo, elegimos subir a la tarde, unos 90 minutos antes del momento de la puesta del sol (fuimos en julio, así que llegamos a las 6:30 pm). Así pudimos conocer las vistas de día y luego esperamos el atardecer, viendo cómo se encendían poco a poco todas las luces de la Gran Manzana.
Con entrada en mano, y luego de pasar por la zona de control y por un sector donde se emiten fotos y videos que muestran los trabajos de construcción del edificio y a los obreros que participaron de la misma, llegamos a la dichosa puerta del ascensor (cinco son en total los que se utilizan para el OWO). Había visitantes pero no demasiados, por eso la fila hasta llegar al ascensor fue más bien un trámite y no tuvimos que lamentar una espera agotadora (agotadora para nuestra ansiedad, aclaramos; no es que se trate de una tortura ni mucho menos). Pero atención! No hay que arriesgarse en este punto; a veces la fila puede demorar hasta una hora.
Una vez en el interior, el ascenso se completa en apenas 47 segundos y durante el trayecto, en las paredes del elevador, se emite un video con una simulación dinámica de la transformación de NY a lo largo de los años. Una maravilla para ver cómo fue poblándose de rascacielos la ciudad.
Ya en el piso 102, descendimos y nos encontramos en un espacio donde había una pantalla grandísima. Cuando la sala se llenó (a medida que llegaron los distintos ascensores), pasaron un pequeño documental y… dejamos de contarles lo que sucede, para no develarles la sorpresa.
Luego bajamos al piso 101, la zona destinada para los restaurantes y un bar, donde es posible sentarse y tener una vista magnífica sobre Manhattan. Nosotros pasamos de largo y fuimos directamente al piso 100, el piso del verdadero observatorio, con una vista a 360 grados.
Encontrar un buen ángulo para tomar fotos no nos fue fácil: el espesor del vidrio y el no estar al aire libre son dos dificultades a sortear. Una recomendación: la mejor manera de sacar una foto es acercando la cámara lo más que se pueda al vidrio para eliminar el reflejo interior y situándola en el suelo para tener fotos con exposición larga y sin efecto de altura.
Como podrán imaginar, la “estrategia” de subir a la tarde, antes de que el sol se ponga, para poder disfrutar desde lo alto de NY de día y de noche no fue idea nuestra. Cuando el atardecer llegó, el piso 100 estaba bastante cargado de visitantes en busca de fotos como estas…
En este piso hay además una tienda de souvenirs y el Skyportal, una plataforma circular de cristal de más de 4 metros de ancho que ofrece una perspectiva inolvidable, por medio de imágenes de alta definición de las calles que se encuentran 100 pisos abajo. Desde este punto se puede apreciar el Oculus, la más reciente estación de conexión de trenes, colectivos y ferrys que se sitúa a los pies del OWO, y también las fuentes conmemorativas que forman parte del Memorial 11/9, y que están ubicadas en los huecos donde antes se encontraban las Torres Gemelas.
La visita en total nos llevó unas 2 horas y media, considerando que esperamos hasta que desaparecieran del cielo todas las tonalidades rojizas para apreciar desde lo alto el verdadero esplendor de las luces neoyorquinas.
En la web https://oneworldobservatory.com/es/ pueden consultarse los precios vigentes de los tickets, el horario de apertura y cierre de cada día (con los ajustes correspondientes para celebraciones festivas y días no laborables), y los distintos medios de transporte que nos acercan al edificio.
Sin dudarlo, recomendamos visitar este mirador no sólo por las panorámicas que regala sino también por el lugar icónico y cargado de historia en el que se encuentra ubicado.
A viajar que enriquece el alma