Fin de semana gris, algo frío y de mucha lluvia. Mientras terminábamos de preparar y definir los últimos detalles para nuestra vuelta por la costa este de Estados Unidos y Canadá (algo de esto ya les contamos en este post), hicimos un stop y nos fuimos a conocer un clásico porteño que teníamos pendiente desde hace tiempo…
Así, con paraguas en mano, fue que llegamos hasta el histórico Café Tortoni.
Este famoso bar, ubicado en el barrio de Monserrat (Avenida de Mayo 825), es el segundo más antiguo de la Ciudad y por esta razón se ha convertido en una leyenda. Fue fundado en 1858 y constituye una verdadera atracción para los visitantes, que no sólo se sientan a disfrutar de un delicioso café sino que pasan su tiempo sacando fotos de la impresionante ambientación del lugar (el bar conserva la decoración de sus primeros años).
Cómo no enamorarnos de los techos de vitraux y su espectacular diseño!!
En las mesas de mármol y las paredes del local está presente una parte importante de la historia de Buenos Aires. Entre los clientes más destacados del Tortoni se encuentran los escritores Borges, García Lorca y Cortázar, así como el músico Gardel. Algunos de estos ilustres visitantes han quedado inmortalizados en los cuadros que cubren las paredes internas del bar o en las representaciones (en tamaño real) que se camuflan entre las mesas.
En el subsuelo del Café, en la sala La Bodega (o sala Quinquela Martín), se presentan espectáculos de jazz y de tango, y también se hacen presentaciones de libros y concursos de poesía. En la sala Eladia Blázquez suelen organizarse muestras de arte. Al lado del edificio, se encuentran la Academia Nacional del Tango y el Museo Mundial del Tango.
Mientras disfrutábamos de nuestra visita a uno de los denominados “Bares Notables” de la Ciudad, elegimos probar el desayuno Tortoni: una combinación justa de pastelería salada y dulce, acompañada por un riquísimo café con leche. Respecto de la atención de los mozos, debemos decir que todos ellos se mostraron muy atentos, estuvieron bien dispuestos a hacer recomendaciones para ayudarnos en nuestra indecisión de menú y nos ofrecieron un servicio sumamente ágil.
Viajar no significa tener que tomarnos un avión. Hace falta tener muchas ganas de conocer y de recorrer, y nada mejor que empezar por los lugares que nos ofrece la ciudad en la que vivimos. Nuestro fin de semana nos transportó en el tiempo y nos dejó disfrutar de un café en las mismas mesas en las que alguna vez se sentaron Borges y Gardel…
La invitación está hecha. A viajar, que enriquece el alma!
Me encanta ser turista en Buenos Aires por este tipo de lugares
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Es atrapante y conmovedor entrar en lugares tan históricos.
Gracias por pasar y comentar Ana.
Saludos.
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Un lugar precioso!. Tuve la suerte de ir cuando visité Buenos Aires.
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Si, es historia viva de Buenos Aires.
Gracias por pasar y comentar.
Saludos.
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