Estuvimos almorzando en el local 180 Burger Bar de la calle Sarmiento al 900.

El lugar, ubicado en pleno Microcentro porteño, es pequeño, pero sus mesas comunitarias y su amplia barra (con, por los menos, 20 asientos) nos permiten sentarnos a comer allí mismo, una opción que otros locales de la zona no brindan, porque sólo ofrecen take off.

 

Nos dirigimos a la caja para hacer nuestro pedido. El menú es simple: se elige el tipo de hamburguesa (de carne vacuna o de quínoa), alguna salsa para acompañar y los ingredientes o toppings (bacon, queso cheddar, queso provolone, cebolla caramelizada, huevo y muchos más), cada uno con un costo individual que se suma al precio base de la hamburguesa. Todos los sándwiches vienen con lechuga y tomate sin cargo adicional; si preferimos no incluirlos en nuestra elección, basta con que se lo indiquemos a la persona que nos toma el pedido.

También hay algunos sándwiches “armados” súper atractivos que, no por venir hechos a gusto de alguien que no somos nosotros, nos dejan con sabor a poco cuando los pedimos. De hecho, todo lo contrario!!

Abonamos y esperamos al lado de la cocina.

A los pocos minutos ya teníamos nuestro pedido. Lo ideal es llegar antes de las 12:30hs, porque a partir de esa hora empieza a llegar mucha gente y entonces la demora puede llegar a ser molesta, aunque no imposible de soportar.

Fuimos por una Yankee y otra «a medida» con salsa barbacoa, bacon, cebolla caramelizada y roquefort.

Una porción de papas fue suficiente, porque los sándwiches son abundantes.

La Yankee estaba buenísima!! Una combinación justa de sabores, un tamaño más que considerable, la carne bien cocida (tostada y hasta crocante) y los ingredientes muy frescos y en su punto justo de cocción. En un palabra… riquísima!!

Con la opción “a medida” tuvimos un temita… la cantidad de roquefort era demasiado importante, al punto que invadía mucho los otros sabores y hacía que el conjunto de la hamburguesa no se luciera como la neoyorquina. Como en muchos otros órdenes de la vida, en este caso «más» no significó «mejor».

Las papas estuvieron flojas y se ganaron un regular: supuestamente rústicas, con cáscara, pero bastante aceitosas por cierto y blandas (sin nada de esa crocantez que esperábamos encontrar).

En resumen, sabiendo combinar los ingredientes, el resultado es fantástico y está muy bien logrado. El pan con semillas acompaña gratamente (además de ser liviano, tiene muy rico sabor), y la cantidad y la calidad de la materia prima hacen que hayamos asumido el compromiso de volver.

Si están por el Microcentro porteño, no duden de pasar por 180 Burguer y disfrutar una muy buena hamburguesa, a un precio más que razonable.

A viajar y a comer que enriquecen el alma…